Botas de agua

Hay un momento clave en la relación entre las botas de agua y el mundo de la moda, y no es otro que el año 2005, cuando la super modelo y 'trendsetter' por excelencia, Kate Moss decidió acudir al festival de Glanstonbury enfundada en unas de estas botas. Desde ese preciso instante, las también conocidas como katiuskas, pasaron de ser un calzado utilizado exclusivamente en los días de lluvia, a convertirse en una de las prendas indispensables para los 'fashionistas' de medio mundo. Con el paso del tiempo, esta tendencia se ha ido extendiendo hasta hacer de las botas de agua, un elemento fundamental en cualquier buen fondo de armario.

Y es, precisamente con esta popularización, cuando la variedad en los modelos de botas de agua comienza a aumentar. Si en un principio la mayoría de modelos tenían siempre una altura de caña considerable para cubrir la pierna al máximo y mojarse lo menos posible, hoy en día, el mercado ofrece katiuskas de todo tipo, para cualquier ocasión y todo tipo de outfits.
En cuanto al tamaño, las opciones son muy variadas. A la altura de la rodilla, cubriendo el gemelo de la pierna o llegando solo hasta el tobillo. Lo mismo con pasa con los materiales. Si las primeras botas de agua, encargadas a su zapatero en Londres por el Duque de Wellington en 1817, eran de cuero, en la actualidad las podemos encontrar en goma, caucho o policloruro de vinilo. Respecto a los diseños y marcas, la variedad es enorme. Botas de agua con estampados, lisas, en cualquier color y fabricadas por firmas de lo más variado desde Hunter (las preferidas por las celebrities) a Mustang, pasando por Dsquared, Michael Kors, Calvin Klein, Guess, Clarks o Tommy Hilfiger, entre otras.

Precisamente porque las botas de agua han pasado de ser un artículo reservado para los días de lluvia a ser un complemento más de moda, es conveniente mantener tu par en el mejor estado posible. Para ello te aconsejamos seguir unos sencillos pasos que te permitirán tener tus botas de agua como nuevas:

• Es fundamental que siempre limpies tus botas de agua antes de guardarlas durante el tiempo que no vayas a utilizarlas. Para ello, lo primero que se debe hacer es eliminar los restos de suciedad de barro y polvo con un trapo humedecido en agua templada. Si las botas estuvieran muy sucias se puede utilizar también un poco de detergente neutro, pero con cuidado para que nuestras botas no pierdan el brillo.

• En segundo lugar deberemos secar las botas con un trapo y dejarlas al aire para que desaparezca cualquier rastro de humedad. Nunca se deben poner a secar cerca de una fuente de calor, como por ejemplo, una estufa, ya que se podrían estropear.

• Y para finalizar, un truco para evitar que salgan manchas en nuestras botas es pasarle un trapo con un poco de abrillantador de neumáticos. Hay marcas que venden su propio producto de abrillantado pero no es indispensable y te resultará más caro, así que ¡Saca brillo a tus botas y déjalas nuevas y relucientes para la próxima ocasión!